La cuadratura del círculo: ¿qué tipo de App necesita mi proyecto?
Ya tenemos la idea que nos va a permitir explotar un nuevo nicho de mercado o hemos detectado la necesidad de dar un mejor servicio a nuestros clientes a través de una app móvil.
Sea cual sea el propósito con el que nace un proyecto de movilidad, la pregunta del título debería ser lo siguiente a lo que diéramos respuesta. Y es que, en gran medida, y más en el largo plazo, el éxito de cada proyecto depende de esta decisión. Pero, ¿en qué basarnos para elegir la opción correcta?
3 claves para desarrollar una App móvil
A estas alturas, es bien sabido que el desarrollo de las App que hay instaladas en nuestros smartphones se basan en tres alternativas:
- El desarrollo nativo para cada una de las plataformas. Lo que en la práctica implica la duplicidad del desarrollo para las dos plataformas que han prevalecido durante los últimos años, iOS y Android.
- El híbrido basado en frameworks. Proporcionan una capa de desarrollo unificado para los diferentes sistemas pero permitiendo acceder a los API’s nativos de cada una de ellas en aquellos casos o funcionalidades que precisen de capacidades más nativas.
- Las web apps basadas enteramente en tecnologías web. En la actualidad están en desuso (principalmente por restricciones para su publicación en los stores oficiales), pero su filosofía puede reciclarse para complementar los dos tipos de desarrollo anteriores.
Desde el surgimiento de las tecnologías alternativas hasta la llegada del desarrollo nativo, se han escrito miles de artículos desglosando pros y contras. Sin embargo, muchos de los argumentos expuestos a favor de una u otra tecnología, han resultado ser más teóricos que prácticos al haber ido cambiando con el tiempo y evolucionando a la par de los gustos del público.
Por ejemplo, antes se valoraba más que el usuario se sintiese como en casa, replicando en nuestra aplicación los controles y la experiencia que este tuviera del ecosistema en el que se estuviera ejecutando (punto para enfoque nativo), mientras que hoy en día, se cotizan más las interfaces distintivas y unificadas para las diferentes plataformas.
Pero en la práctica, una vez tenidos en cuenta todos los pros y contras, ¿qué criterios deberíamos de considerar importantes a la hora de elegir correctamente una u otra solución? ¡Te lo explicamos con más detalle!
El desarrollo híbrido
Actualmente, las plataformas de desarrollo cruzado han alcanzado una gran madurez, con un rendimiento mucho mejor que en sus inicios, un nivel de acceso casi total a las APIs nativas y la posibilidad de recurrir a código nativo en cada plataforma, lo que permite realizar el ajuste fino de aquellas funcionalidades que lo requieran.
En algunas de estas plataformas, además, el seguimiento de las evoluciones que Apple y Google introducen en sus dispositivos es casi inmediato, gracias al respaldo de grandes empresas (caso de Microsoft, detrás de Xamarin Forms), lo que garantiza también la continuidad y el mantenimiento de estas plataformas en el futuro.
Si a eso sumamos el ahorro que supone para el cliente unificar el desarrollo, esta opción tiene las de ganar en la mayoría de los proyectos, sobre todo en aquellos de ámbito interno (caso de apps de entrada a ERP’s para ser usado por técnicos) o en el caso de aplicaciones planteadas como prueba de concepto antes de abordar un proyecto más ambicioso.
El desarrollo nativo
Todo lo anterior no significa que el desarrollo nativo haya dejado de tener sentido. Llevar a cabo desarrollos específicos para cada sistema operativo sigue siendo la mejor manera de garantizar que se puedan exprimir al máximo las capacidades de cada plataforma y que nuestros desarrollos puedan asimilar en tiempo real todos los cambios que se incorporen en futuras versiones.
Esto hace que sea la opción preferida, en el caso de aquellas aplicaciones más exigentes a nivel gráfico o en las que la experiencia de usuario sea un factor clave para competir y destacar entre otras aplicaciones similares disponibles en los stores. La reducción a dos del número de sistemas a soportar (iOS y Android) tras la progresiva extinción de otros competidores, juega también a favor de esta solución, haciendo menos traumático el hecho de desarrollar específicamente para cada plataforma a la que se quiera dar soporte.
Conclusión: el desarrollo más apropiado para mi App
Podemos concluir que los dos criterios en los que basar la decisión entre nativo o híbrido se podrían reducir en la práctica a dos: la competencia y el largo plazo.
Si nuestra aplicación surge a raíz de una necesidad concreta y limitada en el tiempo, está orientada a dar servicio a un pool de usuarios preexistente o no se preveen grandes evoluciones futuras, el desarrollo híbrido cumplirá con creces los requisitos técnicos en la mayoría de los casos, aportando una reducción de costes y tiempos de desarrollo muy significativa.
Pero si, por el contrario, el objetivo de nuestra aplicación es competir por el favor del público con otras aplicaciones similares o porque nos resulta difícil prever la evolución que deberá tener en el tiempo para adaptarse a las necesidades del mercado y de los usuarios finales, el enfoque nativo sería una apuesta más segura, dándonos ese plus de flexibilidad y minimizando la posibilidad de encontrar limitaciones en desarrollos a medio y largo plazo.
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