Como la Web3 cambiará nuestras vidas
A veces solemos confundir o llegar a pensar que la Web3 se trata solo de criptodivisas, pero esta tiene un inmenso potencial de cambio y no solo en el sector de las finanzas. La tecnología descentralizada está cambiando la forma en la que los usuarios interactúan con la web, convirtiéndolos en propietarios del contenido, eliminando intermediarios y la dependencia centralizada, almacenando transacciones de forma segura y privada, reduciendo el fraude en las operaciones, agilizando y abaratando procesos.
La Web3 ya es una realidad
Gracias a la implementación de tecnologías descentralizadas, nos encontramos ante uno de los procesos de transformación digital más grandes de la historia. Según algunos informes publicados este año, se espera que el mercado global de la Web3 crezca de 5 billones de dólares este año a casi 40 billones en 2025, es decir, un 67% de crecimiento anual compuesto. Está claro que la Web3 no es el futuro, si no que ya es una realidad, pero ¿cómo la Web3 cambiará nuestras vidas? ¿Qué otras soluciones, además de las criptodivisas nos aportará?
Hoy en día es indiscutible que Bitcoin y otros proyectos de finanzas descentralizadas han llegado para sustituir la banca tradicional, pero son muchos los sectores que están experimentando cambios. Algunas Startups ya están introduciendo tecnología descentralizada como método para ceder a los usuarios el control de sus propios movimientos, sin necesidad de que intervengan terceros. Por ejemplo, empresas como Filecoin o Storj, están desarrollando servicios de almacenamiento donde los datos de los usuarios están guardados en equipos aportados por la comunidad, y los cuales también recibirán beneficios por ellos. Otros proyectos como el navegador Brave cambiarán la forma de interactuar entre los usuarios y anunciantes de publicidad, la plataforma de vídeos Odysee se postula como una alternativa a YouTube y la tecnología de la plataforma Theta rivaliza con Twitch para transmitir vídeos en streaming con tecnología descentralizada. Además, ya podemos registrar dominios descentralizados en ens.domains o chatear de forma segura y anónima usando Speek; pero también existen muchas otras plataformas como foros, compañías de seguros, empresas de Big Data, Inteligencia Artificial o metaversos que ya están usando la Web3.
Nos encontramos ante uno de los procesos de transformación digital más grandes de la historia
Otra de las posibilidades que ofrece la Web3 es la creación de Smart Contracts o contratos inteligentes para automatizar procesos de forma pública y transparente que se almacena, gestiona y ejecuta de forma autónoma. Su uso supone la simplificación de procesos complejos y una mayor transparencia en el trabajo realizado por intermediarios (como bancos o notarios) con el consiguiente ahorro de costes para las empresas, los clientes y los ciudadanos.
Por otro lado, también están los NFT o “Non – Fungible Token”, o lo que es lo mismo la representación digital de un activo único e inmutable, y que se están utilizando en un sinfín de casos de uso como, por ejemplo, la creación activos digitales únicos como música o vídeo, certificación de propiedad en entradas de festivales o de cualquier otro evento, carnés de socio, artículos de coleccionista, acciones de empresas o cualquier otro activo que se pueda tokenizar. La gran ventaja de los NFT es que a través de ellos se puede demostrar la propiedad de este, por lo que conseguiríamos eliminar por completo el fraude. Por poner un ejemplo, si compras varias entradas para un partido de fútbol no podrás hacer negocio si pretendes revenderlas ya que estas estarán identificadas con su propietario.
No cabe duda de que la Web 3 ofrece una plétora de posibilidades y lo más interesante es que aún estamos en las etapas iniciales, y su potencial hace que sus aplicaciones puedan ser muchas y muy variadas, cambiando por completo la mayoría de los sectores. Ha llegado el momento de dar paso a un universo de oportunidades y quien sabe si esto nos permita poder leer el siguiente artículo inmersos en algún metaverso.