
Alicia en el País de las Tecnologías
Había una vez una niña que le encantaba leer sobre la T de STEM, quiero decir sobre Tecnologías, ya sabéis, STEM, las siglas en inglés de “Science, Technology, Engineering and Mathematics”. Su nombre era Alicia y estaba apoyada a la sombra de un árbol, resguardándose del sol abrasador del verano en Asturias (perdonad, es ficción, todo vale ¿entendido?) cuando vio aparecer a un conejo blanco corriendo ante sí. Como buena científica, la observación es la clave y no pudo evitar perseguirlo. Pero dicen que la curiosidad mató al gato…
Alicia en el País de las Tecnologías (realizado utilizando herramientas de IA)
…Y siguiendo al conejo blanco Alicia se cae por el agujero del tronco de un árbol
Y allí, tras caer al vacío, llega al fondo donde una vocecita saliendo de una pequeña puerta habla tal y como sigue: “Dice la leyenda que Pigmalión juró casarse únicamente con la mujer perfecta y por mucho que buscó, no encontró ninguna que cumpliera con sus elevados estándares. Así pues, desesperado, y puesto que además de rey era un buen escultor, se dedicó a esculpir a su mujer ideal. Muchos fueron los intentos, y mucho también los fracasos, pero entonces un día, lo logró. Hizo esa escultura de mujer perfecta, de la que se enamoró y a la que llamó Galatea. Él sabía que no era real, pero comenzó a tratarla como si lo fuera, a hablar con ella, a contarle sus penas, sus alegrías…hasta que un día, Afrodita, conmovida por el deseo del rey, convirtió a la estatua en humana. Y así fue como Pigmalión tuvo a su mujer perfecta, a la misma mujer que él había creado y en la que él había creído”.
Tal y como había aparecido, la voz se esfumó, pero de pronto ante los ojos de Alicia, apareció una llave que decía “úsame”. Ni corta ni perezosa, la niña abre con ella una de las puertas que ve delante…
…A lo lejos vislumbra a la liebre saltarina y trata de llegar hasta ella
Pero de camino hacia el conejo color nieve, Alicia se encuentra con un personaje de lo más pintoresco. Un personaje con un sombrero de chistera que no paraba de repetir que estaban celebrando su fiesta de No Cumpleaños. En ese momento pensó cuan optimista era ese tal Sombrerero Loco, tal y como se hacía llamar. Es más, le pareció de lo más interesante una frase que le dijo al decirle Alicia “Eso es imposible”, a lo que el Sombrerero Loco le respondió “Sólo si tú lo crees”.
Súbitamente una voz en “off” comienza a hablar “de la leyenda de Pigmalión y Galatea, se hace eco la psicología y pedagogía para describir el llamado efecto Pigmalión (también conocido como efecto Rosenthal). Este es un fenómeno que indica la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra, en cualquier ámbito. En particular, cuando se produce un efecto positivo (el efecto Pigmalión propiamente dicho), provocando un aumento de la autoestima de la persona en la que se cree”.
Pigmalión y Galatea en el País de las Tecnologías (realizado utilizando herramientas de IA)
Y apareció ella, la Reina de Corazones
Puede parecer extraño, pero esas cosas hicieron pensar a Alicia, en lo revolucionaria que era aquella peculiar mujer. En cómo ésta había convertido un juego tradicional y clásico en una especie de locura donde las cartas de la baraja francesa se convertían también en inesperados protagonistas. Y una cosa le llevó a otra, y acabó pensando en todo lo que tienen en común tod@s est@s loc@s que nos dedicamos a las STEM. Est@s científic@s, tecnólog@s, ingenier@s ... que trabajamos en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i)… o no…y en cuál es la fuerza motriz que nos empuja.
El Salón de la Fama
Y así fue cómo Alicia al volver de tan peculiar país, decidió escribir un libro sobre los más grandes cerebros, que junto a la Reina de Corazones tenían ese espíritu aventurero y creativo esencial para dedicarse a las nuevas tecnologías. Como resultado, creó un libro al que tituló “El Salón de la Fama” y me lo entregó para que pudiera compartirlo con todos vosotros (a su país aún no ha llegado la fibra, y con esa Reina, cualquiera se arriesga a invertir en infraestructura, no vaya a ser que no le guste y les “corte la cabeza” o el cable de la fibra óptica, que viene siendo casi lo mismo). A continuación, os comparto un resumen de ese texto para ir abriendo boca.
Blancanieves
Dicen que Disney se inspiró en Hedy Lamarr para crear el rostro de esta princesa que vivía con los siete enanitos (“Blancanieves y los siete enanitos” (1937)), pero ¿quién es Hedy Lamarr? Digamos que ese es el nombre que adquirió en Estados Unidos para que no se la relacionara con su pasado en su llegada al Nuevo Mundo, pero nació en Viena (Austria) bajo el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler en 1914.
Hedy es conocida como actriz, pero pocos saben que también era ingeniera. En aquella época, ella vivía en Estados Unidos y quería ayudar con su conocimiento a los ejércitos aliados, así que investigó cuáles eran las mayores debilidades existentes en las tecnologías utilizadas. Se dio cuenta de que las comunicaciones eran uno de los elementos más críticos y, por entonces, la radio era uno de los métodos más utilizados. En aquel momento también se estaba investigando acerca del control remoto para el guiado de diversos sistemas utilizando la radio.
Blancanieves en el País de las Tecnologías (realizado utilizando herramientas de IA)
Era evidente que la radio era una tecnología relevante y con futuro y, por ello, estudió las ventajas y desventajas de esta tecnología de comunicación, para proponer una serie de mejoras que culminaron en una invención protegida por medio de patente (US2292387A) en pleno periodo de guerra (1941). Esta patente fue titulada por Hedy como “Sistema secreto de comunicación” y aparece como inventora con su nombre de casada de la época “Markey Hedy Kiesler”. Actualmente, este sistema se conoce como transmisión en “Espectro ensanchado por salto de frecuencia”, o bien como FHSS de sus siglas en inglés “Frequency Hopping Spread Spectrum”.
Sin embargo, como una patente no garantiza su aplicabilidad, Hedy no vio ni un solo euro ni dólar ni moneda en curso de la época, de dicha tecnología, que expiró pasados 20 años sin haber sido rentabilizada. No obstante, al margen de otras aplicaciones, se puede decir que esta mujer inspiradora no era sólo una cara bonita y su maravilloso cerebro hizo que esta tecnología fuera la precursora de otra serie de tecnologías que emplean este concepto de espectro ensanchado, tales como las tecnologías inalámbricas actuales, desde la tecnología WiFi hasta el Bluetooth.
Alan Turing
Turing, además de haber colaborado con Norbert Wiener en el estudio y desarrollo de la cibernética, también creó el primer programa de ajedrez por ordenador. A pesar de haber tratado de implementar dicho código en un ordenador de la época, la falta de potencia de este, le impidió ejecutar el programa. En cambio, Turing jugó una partida en la que reprodujo manualmente los cálculos que habría hecho el ordenador utilizando su programa. Cada uno de los movimientos le llevó a Turing una hora y media y en una de las partidas que se llegó a registrar, el programa perdió frente a un colega de Turing. Esta prueba se consideró una provocación en la época, además de suponer un importante hito para comenzar un debate sobre la Inteligencia Artificial, que más de medio siglo después, aún perdura.
Ramón Verea
“Verea Direct Multiplier” (US207918) – patente de Ramón Verea (Fuente: Patent images – Google)
¿Salón de la Fama o salita?
Nuestro selecto club
Una de las cosas más impresionantes que he descubierto al leer este libro escrito por Alicia, es que hay una importante cantera de investigadores, inventores y científicos nacionales. Seguramente penséis que sólo serían dignos de una salita (de la Fama) y no de un salón, pero en contra de lo que podamos pensar, en realidad podrían llenar hasta un palacio. De hecho, aunque este tomo aún lo tengo guardado para próximas ocasiones, os haré un adelanto de algunos de las protagonistas que ocuparían esas páginas.
Podría empezar por presentaros al ingeniero aeroespacial granadino Emilio Herrera Linares (1879-1967), inventor del traje de astronauta en 1935, y seguir con el cántabro Leonardo Torres Quevedo (1852-1936), inventor del teleférico. Continuando con los medios de transporte, no podemos olvidarnos del autogiro inventado por el murciano Juan de la Cierva (1895-1936) o del cartagenero Isaac Peral (1851-1895) por su submarino eléctrico. En medicina destaca el ingeniero manchego Mónico Sánchez (1880-1961) por su máquina de rayos X portátil, al médico oscense Fidel Pagés e inventor de la anestesia epidural o más recientemente al ingeniero logroñés Manuel Jalón (1925-2011) por su jeringuilla desechable.
Pero si hablamos de medicina, no podemos olvidar al Premio Nobel de la materia, médico y científico Severo Ochoa de Albornoz (1905-1993), nacido en nuestra tierra (Luarca) y cuyas proezas bien merecen una enciclopedia en sí misma. Y no menos importante es su discípula Margarita Salas (1938-2019), también asturiana, licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid y Doctora en Bioquímica por la misma universidad, quien descubrió y patentó la ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29. Dicho así, quizás no haga justicia al gran hallazgo que es pero en las propias palabras de su descubridora “Esta polimerasa se usa en todo el mundo y se aplica en análisis genético, forense y paleontológico, entre otros […] Cuando uno tiene cantidades pequeñas de ADN, como un pelo hallado en un crimen o unos restos arqueológicos, esta ADN polimerasa amplifica millones de veces el ADN para poder ser analizado, secuenciado y estudiado”.
Todos ellos son de nuestra tierra y todos ellos forman parte de nuestro selecto club en expansión ¿te quieres unir?
Reglas de participación
Pues para ello, las reglas de participación son simples. Como nos han demostrado muchos de los grandes de los que hemos hablado aquí, y muchos de los que no hemos tenido tiempo a mencionar aún, no hay nada que te defina como inventor, ni como científico, ni siquiera como experto tecnológico. De hecho, muchos son los casos de investigadores que, habiéndose dedicado a una especialidad, han resuelto o inventado soluciones de otro ámbito o han sido laureados en otras. Véase el caso de Ramón Verea, periodista español e inventor de la primera calculadora que el mismísimo museo de IBM guarda en sus entrañas como oro en paño. O el propio José de Echegaray y Eizaguirre, nacido en Madrid en 1832, Premio Nobel de Literatura en 1904, pero ingeniero de caminos con 20 años, además de catedrático de cálculo y de física matemática en la Universidad Central, ministro de Fomento y de Hacienda, fundador del Banco de España, miembro de la Real Academia Española (RAE) y de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, entre otros honores.
Charla con el Sombrerero Loco y Alicia en el País de las Tecnologías(realizado utilizando herramientas de IA)